“Estamos relegadas al espacio del diálogo interreligioso cuando este puede impregnar a toda la sociedad, tenemos mucho potencial”, Fàtima Ahmed

La actividad “Mujeres y diálogo interreligioso: experiencias de Barcelona”, impulsada por la Oficina de Asuntos Religiosos (OAR) y el Grupo de Diálogo Interreligioso e Interconviccional (GDI) de Mujeres de Barcelona, tuvo lugar el viernes 4 de abril en el Centro Cívico Urgell. Consistió en un diálogo sobre la figura de la mujer en la fe y la práctica espiritual y religiosa, en el que participaron algunas de las miembros del GDI de Mujeres.

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16/04/2025 - 14:05 h

El género es una materia estructural y transversal que impregna las sociedades y la vida de las personas. Como parte integral de la construcción social y vital, también dimensiona las narrativas y las prácticas esenciales de las religiones y convicciones, de manera diversa según el contexto en que se inscriben. Al mismo tiempo, el papel de la mujer ha sido históricamente desestimado en muchos ámbitos de la vida, y en muchas sociedades actuales la intersección entre mujer y religión es constantemente cuestionada. Es por este motivo que abrir el diálogo en torno a esta realidad sigue siendo necesario. Por esta razón, en el 2024 se creó en Barcelona el Grupo de Diálogo Interreligioso e Interconviccional de Mujeres, un espacio que se suma a los grupos de diálogo territoriales ya consolidados. La propuesta trabaja para visibilizar las voces femeninas dentro de las comunidades religiosas y espirituales, rompiendo estereotipos y favoreciendo una mirada inclusiva y plural sobre el papel de las mujeres en el ámbito religioso y en la sociedad en general.

Algunas de las miembros de este grupo participaron en la actividad “Mujeres y diálogo interreligioso: experiencias de Barcelona” el pasado viernes 4 de abril, en el Centro Cívico Urgell. Se concibió como un encuentro del grupo de diálogo abierto al público y fue moderado por Mònica Cornejo, doctora en Antropología, directora del grupo de investigación Antropología, Diversidad y Convivencia (GINADYC) e investigadora especializada en religiosidad popular y en las conexiones entre género y religión. Participaron en el diálogo Elisabeth A. Lheure, miembro de la Asociación de Mujeres Bahá’ís de Barcelona; Mercè Puigdelmàs Vilaró, miembro de la Iglesia Protestante Barcelona-Centre; Carme Ruiz Marquès, miembro de la Comisión Permanente de la coordinadora Alcem la veu; Fàtima Ahmed, cofundadora y presidenta de la Asociación Intercultural Diálogos de Mujer, y Janaina Minelli de Oliveira Ramos, presidenta del Centro Espírita Amalia Domingo Soler.

La conversación comenzó con la exposición, por parte de las participantes, de las aportaciones de las mujeres a sus respectivas tradiciones y comunidades. Puigdelmàs mencionó que en el protestantismo, también en Cataluña, hay mujeres que han “roto barreras en un mundo prioritariamente masculino” y se han convertido en pastoras, como Marta López, de la Iglesia Evangélica Barcelona-Centre, o Ruth Giordano, de la Iglesia Evangélica Unida de Terrassa, o bien han desarrollado una teología feminista, como Anna Pizarro, Maria Sanz e Isabel Rodríguez. Ahmed y Ruiz también señalaron el papel histórico de las mujeres en el surgimiento y el desarrollo del islam y el catolicismo, y criticaron la marginación de las voces femeninas y la invisibilización de sus aportaciones por parte del patriarcado y su paternalismo. Una circunstancia que, de acuerdo con Lheure y Minelli de Oliveira, no se reproduce en la fe bahaí y en el espiritismo, en que no hay diferencias de género ni una jerarquía de liderazgo. “La parte espiritual no tiene sexo”, decía Lheure. Aun así, como mencionaron ambas, en el origen de las dos tradiciones en Cataluña hay una mujer: Virginia Orbison, una estadounidense bahaí, y Amalia Domingo Soler, una migrante andaluza en Cataluña que en el siglo XIX “estableció un diálogo de igual a igual con hombres de poder eclesiástico de su época”.

Esta cuestión llevó a las participantes a reflexionar sobre el liderazgo y la participación de las mujeres en las propias comunidades y en la ciudad en su conjunto. Para todas las ponentes, el principal obstáculo a esa participación es la dinámica machista de la sociedad, que obliga a “hacer un esfuerzo enorme para rescatar los nombres de las mujeres y para que lo que dicen tenga el mismo valor que lo que dicen los hombres”, decía Ruiz. Es por eso que Ahmed reivindicaba más acceso a espacios, infraestructuras adecuadas donde desarrollar el culto y hacer comunidad, así como el debate, la difusión y el encuentro. Además, tanto Puigdelmàs como Ruiz apostaban, al mismo tiempo, por un trabajo más teórico, es decir, hacer una teología contextualizada y un esfuerzo por cambiar las imágenes y las narrativas religiosas que se han reproducido hasta ahora.

En cuanto a facilitar espacios para la reflexión y el diálogo en torno a estas cuestiones, todas las participantes en el debate reivindicaron la importancia del encuentro interconviccional. Ruiz, por ejemplo, los celebraba: “Todas, en nuestra vida cotidiana, estamos conviviendo con otras. Pero el grupo de diálogo es probablemente el único lugar donde podemos hablar abiertamente de nuestras cosas”. Sin embargo, las miembros del GDI también manifestaban la importancia no solo de disponer de un espacio propio, sino de proyectarlo hacia la sociedad y hacia el futuro. Puigdelmàs calificaba los grupos de diálogo de “modelo de conocimiento y respeto” y hacía un paralelismo con los primeros exponentes del Antiguo Testamento, defendiendo la reivindicación desde las diferentes tradiciones: “Los profetas denunciaban el poder político o religioso, y esta característica que también tienen otras religiones la hemos perdido hoy; no denunciamos, callamos”.

La conversación finalizó dando continuidad a esta reflexión sobre la necesidad de llevar la voz de las mujeres en el diálogo interreligioso e interconviccional a todos los ámbitos de la sociedad. “Yo creo que este siglo las mujeres tenemos un papel muy importante”, decía Ahmed, “estamos relegadas al espacio del diálogo interreligioso cuando este puede impregnar a toda la sociedad, tenemos mucho potencial”. Se trataría, proponía Minelli, de presentar temas de interés social desde la perspectiva de las diferentes tradiciones, tomando como modelo espacios como el Grupo de Diálogo Interreligioso e Interconviccional de Mujeres. “Madurando el conocimiento compartido”, corroboraba Ruiz, “para compartirlo en espacios donde parece que las religiones, las convicciones y las creencias son un mundo de otras personas”.

Las reflexiones desarrolladas en este diálogo abierto al público y en otros encuentros del Grupo de Diálogo Interreligioso e Interconviccional de Mujeres se recogerán en una publicación digital. El documento lo trabajarán conjuntamente las miembros del grupo y Mònica Cornejo, con el objetivo de poner a disposición de la ciudadanía diversas reflexiones sobre la intersección entre género y religión o espiritualidad, y como punto de partida para la apertura de estas cuestiones a la sociedad.

Galería de imágenes de la actividad, AQUÍ.