LA ENTREVISTA | Maria Jerusalén Amador: “Incluir a las instituciones religiosas en el abordaje social puede ayudar a que el proceso reconozca la identidad del colectivo gitano”

Maria Jerusalén “Jelen” Amador López es doctora en sociología, formadora y activista gitana. Su línea de investigación aborda temas como la violencia de género o la religión en el marco de la comunidad gitana. También es miembro de la Iglesia Evangélica de Filadelfia, que ha sido el marco de muchas de sus investigaciones, entre ellas su tesis doctoral.

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04/07/2025 - 12:26 h - Feminismos-mujer

Religión y género es un binomio que suele ser representado de manera polarizada por algunos movimientos sociales por los derechos y la igualdad, o abordados bajo el paraguas de afirmaciones simplistas que a menudo no tienen en cuenta la voz de las personas que forman parte de las comunidades interpeladas. Si a estas dos realidades se incluye la variable de la minoría étnica y, si esta minoría es una comunidad como la gitana, construida mayoritariamente en la sociedad a partir de estereotipos reduccionistas, la aplicación de la interseccionalidad abandona el marco de prioridades de estos movimientos.

Maria Jerusalén “Jelen” Amador López, doctora y activista gitana, ha investigado esta realidad invisibilizada desde la Iglesia Evangélica de Filadelfia, de la que es miembro. A continuación, habla y comparte las reflexiones suscitadas por su investigación.

  • Has trabajado en la intersección entre género, identidad gitana y religión. ¿Puedes presentarnos un poco tu investigación?

Empecé colaborando en el movimiento asociativo gitano, en una entidad de mujeres, y a la vez trabajaba en un centro de investigación sobre la comunidad. También me licencié en Derecho e hice un máster, para luego iniciar la investigación de mi tesis doctoral. Como tema escogí estudiar la realidad de las mujeres gitanas en la Iglesia Evangélica de Filadelfia, su impacto y las transformaciones que se han dado en este espacio. Lo que intento con mi tesis es poner sobre la mesa todas estas cuestiones que no han tenido tanto eco, y dar a conocer estas realidades con ejemplos concretos de mujeres que lideran y promueven cambios en estos espacios.

Este tema no había sido tratado nunca, ni era una cuestión muy conocida, y creía que yo, como mujer gitana y miembro participante de la Iglesia Evangélica de Filadelfia, podía hacer pública esta realidad abordándola desde la investigación. En la tesis trato de poner sobre la mesa las diferentes transformaciones que se han dado a la comunidad gitana con su participación en la Iglesia Evangélica de Filadelfia y cómo se hace suyo el movimiento pentecostal, y a la vez estudio el impacto evidente que tiene este contexto en la situación de las mujeres, que se encuentran atravesadas por diferentes ejes: el género, la minoría étnica, las barreras para acceder a la educación superior y la minoría religiosa.

  • En la tesis hablas de una cuádruple discriminación.

Sí. A estos cuatro ejes se pueden añadir otros, según la realidad concreta de cada mujer, pero esta interseccionalidad da paso a una realidad específica donde se dan situaciones de discriminación concretas que no se han recogido en ninguna parte, a las que no se les ha dado una visibilidad, muchas veces ni desde los movimientos asociativos, ni desde la investigación, ni desde el movimiento feminista.

Es una realidad muy invisible todavía, en la que se acumulan todos los estereotipos típicos sobre la comunidad gitana: que es machista, que la mujer está sometida a la autoridad masculina y no tiene agencia ni capacidad de decisión, que hay más tolerancia con la violencia de género… Y estos estereotipos se ven a la vez reforzados con la visión de la religión como un movimiento machista, fascista, que arrincona a las mujeres, que tiene menos tolerancia con los derechos o libertades que ahora están muy presentes en nuestra sociedad, como la identidad o la orientación sexual.

  • En cambio, en tu tesis explicas que en España el pentecostalismo (*) ofreció y ofrece un espacio para la comunidad gitana para revalorizar su identidad. ¿Podrías profundizar en esta cuestión?

El pentecostalismo llega de la mano de un hombre no gitano, Clément Le Cossec, que en Francia empieza a compartir este movimiento religioso con la comunidad gitana residente allí, que eran casi nómadas, y que a raíz de la experiencia se convirtieron y empezaron a extender este movimiento entre su gente. Llegó así a los gitanos españoles que estaban haciendo la vendimia en el sur de Francia, y que en su regreso a España lo empezaron a compartir con sus comunidades, liderando y dirigiendo ellos mismos la predicación y el proceso de conversión, sin ninguna autoridad religiosa no gitana involucrada. Esa es la clave de su éxito, de su acogida. A partir de aquí, empiezan a salir iglesias que están configuradas con la idiosincrasia y la identidad gitana.

Los valores, las tradiciones y las costumbres de la comunidad gitana conviven dentro de la Iglesia Evangélica de Filadelfia, sin que esto represente una colisión o un conflicto. Las alabanzas y las canciones suenan a ritmo de rumba, de flamenco. Los niños y las niñas participan en el culto; no hay ningún límite para las familias que van a la iglesia con todos los niños. La práctica bebe de nuestra realidad y esto hace más fácil el éxito del movimiento y la participación entre la comunidad. Esto es fruto de la maleabilidad que tiene el mismo movimiento pentecostal, que permite que los diferentes colectivos puedan hacérselo suyo y dejar ver su propia identidad en el día a día de la práctica religiosa.

  • En una conversación en una actividad de la Oficina de Asuntos Religiosos (OAR) y en un espacio central en tu tesis y en otras publicaciones, hablabas también de la Iglesia Evangélica de Filadelfia como un espacio seguro para la mujer y un lugar de reivindicación del género tanto en el nivel de la práctica como simbólico. ¿Cuál es el rol de las mujeres en la Iglesia de Filadelfia? ¿Y cómo se desarrolla esta reivindicación?

El culto muchas veces se concibe como un espacio que reproduce desigualdades. Es cierto eso que dicen, que las mujeres no ocupan el ministerio de pastor, y que los hombres se sientan en un lado y las mujeres en otro. Pero muchas veces se simplifica todo en una única lectura y eso hace que no se puedan ver las otras muchas transformaciones que han tenido lugar en estos espacios.

Por ejemplo, toda la lucha contra la violencia de género que se hace desde la Iglesia Evangélica de Filadelfia, donde hay todo un protocolo no escrito de actuación y reacción cuando se detecta un episodio de violencia de género, donde hay un apoyo de la comunidad, y especialmente de las mujeres, hacia las víctimas. O también hay diferentes actividades que se celebran en este espacio que son lideradas por mujeres y dirigidas a mujeres exclusivamente.

  • En relación con esto último, comentabas al principio que hay tendencias pretendidamente feministas que dejan al margen realidades como la de las mujeres gitanas, dando a entender que hay identidades que excluyen la lucha feminista. ¿Cómo definirías la lucha de las mujeres en la comunidad gitana, cómo es su voz?

Por esta amalgama de estereotipos que comentaba al principio, se ha consolidado la idea de la mujer gitana como alguien más tolerante con la violencia, más machista, más fascista, una imagen muy negativa que acaba siendo incorporada a los debates feministas, mientras que sus necesidades se dejan al margen porque se considera que están a años luz de la lucha por la igualdad. Hay necesidades y especificidades concretas de las mujeres gitanas, que participan de la Iglesia Evangélica de Filadelfia y que tienen un perfil concreto, que no son todavía recogidas ni visibilizadas, y mientras sigan escondidas y no se les haga eco, no podremos dar respuesta.

Hablaríamos aquí, por ejemplo, de valores que se defienden desde el mismo movimiento religioso, como puede ser la pureza, tradiciones culturales como la posibilidad o la opción de escoger llegar virgen al matrimonio, y que está en sintonía con el sistema de valores de la comunidad. Esto desde fuera se interpreta como una imposición machista que se contrapone al feminismo y a valores universales como la libertad o la igualdad, y no se reconoce que esta es una elección libre de muchas mujeres gitanas. Y así se las dibuja con este imaginario desde un sector que precisamente dice estar luchando por la libertad de las mujeres.

En cambio, si miramos desde dentro, veremos que realmente las mujeres gitanas están liderando muchos cambios para mejorar la igualdad, no solo entre los hombres y las mujeres de la comunidad, sino también entre la misma comunidad y la sociedad en general. También es una lucha que intenta incluir a los hombres gitanos, y que busca dejar al margen el conflicto para unir fuerzas, porque al final así ha sido el camino para la supervivencia.

  • ¿Cómo afecta esta invisibilización a su experiencia como mujeres y como mujeres gitanas?

Se trata de realidades concretas que se esconden en un cajón, son tabú, no se dan a conocer porque nadie se atreve a hablar de ellas por miedo al cuestionamiento en el que puede resultar. Y así hay todo un colectivo que desgraciadamente no tiene el reconocimiento ni la sensación, a veces, de formar parte del movimiento feminista.

Estas mujeres que están decidiendo llegar vírgenes al matrimonio quizás tienen dudas o necesidades, y no pueden dar respuesta a ello porque nadie se hace eco y lo llevan casi en secreto. Es una realidad que viven en su comunidad, pero que no tiene ningún tipo de reconocimiento ni aceptación en la sociedad. Esto genera un silencio que, quizás, si no existiera y hubiera más diálogo, se podría garantizar que estas mujeres tomaran esta decisión de una manera más libre o con más garantías. Si no lo hacemos, al final lo que hacemos es abocar a estas mujeres a una situación de más precariedad.

  • ¿Qué acciones propones para hacer frente a todo esto?

En primer lugar, creo que no hay una fórmula. Pero se trataría de garantizar que las mujeres puedan hablar con libertad de sus costumbres o tradiciones en espacios seguros, como pueden ser los debates feministas, y que esto no implique un cuestionamiento o una incomodidad, que es lo que está pasando. El movimiento feminista tiene que hacerse eco de estas cuestiones, y se tienen que crear espacios donde las mujeres puedan hablar de estos temas. También se tienen que hacer proyectos y actuaciones desde el ámbito de la salud, de la educación o de los servicios públicos, dirigidas a atender cuestiones o dudas de mujeres que puedan plantear estas necesidades específicas.

Es decir, que del mismo modo en el que se hacen formaciones y hay actuaciones sobre sexualidad a jóvenes y mujeres, se podrían tener en cuenta otras realidades como esta elección que comentaba de llegar virgen al matrimonio. Porque se da una doble situación para estas mujeres, que en la comunidad viven con mucho orgullo esta elección y la celebran, pero a la vez fuera lo esconden por miedo a sufrir recriminaciones y juicios al respecto, que lo ven como contrario a los valores que se defienden socialmente.

Pienso que se trata de abrir un abanico de realidades, de comer visibilidad a esta pluralidad, y dar paso a escuchar las diferentes opciones, siempre desde el respeto y con dignidad. Porque, contrariamente, tal y como están las cosas ahora, estas mujeres no son libres, necesitan hablar sobre ello.

  • ¿Qué papel pueden tener las comunidades religiosas específicamente gitanas como la Iglesia Evangélica de Filadelfia en estas acciones?

Creo que el papel de la comunidad religiosa no está tan dirigido a dar respuesta a estas necesidades que van más allá, que son reivindicaciones a escala social. Sin embargo, aunque no sea su finalidad, sí que es el escenario donde se están produciendo. Por eso creo que, desde fuera, desde colectivos, entidades o grupos que sí que trabajan por la defensa de los derechos y las reivindicaciones de la comunidad gitana, debería fomentarse el hecho de contar más con las instituciones religiosas y las personas que participan. No por temas ni cuestiones religiosas, pero sí por otros temas donde tienen igualmente mucho que decir, porque tienen una capacidad de convocatoria y una participación muy amplia, e incorporarlo como un agente más para poder compartir conocimientos y detectar necesidades sería interesante, así como para promover su participación, ya que hay muchas realidades y reivindicaciones que están presentes.

Un ejemplo es una propuesta que ha surgido a menudo, que es el tema de los niños. Los niños y las niñas se encuentran en la iglesia mientras la madre y el padre están en el culto, y se ha comentado varias veces la posibilidad de ofrecer un servicio para educar a estos niños y niñas en estos espacios. Sin embargo, no se ha llegado a consolidar, a pesar de ser una realidad que ofrecería muchas posibilidades, ya que permitiría que muchos niños invirtieran aquel tiempo en algo productivo, y lo enfocaran, por ejemplo, hacia actividades académicas. Con esta propuesta, las entidades que quieren llegar al colectivo y muchas veces no lo consiguen, podrían hacerlo, y a la vez el colectivo podría beneficiarse de actividades formativas y positivas que además permitirían a los padres poder participar libremente del culto.

También se debería dar este vínculo con temas como la violencia de género. Pienso que hay que establecer canales para incluir a las instituciones o figuras religiosas en estas situaciones, que pueden ayudar a hacer un proceso donde haya más representación o reconocimiento de la identidad del colectivo.

Es decir, las instituciones religiosas pueden servir para establecer un puente con la comunidad que, desde la administración y las entidades que trabajan por los derechos, cuesta más que se haga.

El sistema es muy ciego a las diferencias y colisiona muchas veces directamente, y continúan sin establecerse estos canales. Entiendo que no es fácil, pero se deberían buscar nuevas vías de colaboración para incluir a la comunidad gitana, porque directamente no participarán. Hay muchas barreras, son una excepción del sistema. La falta de espacio es una realidad institucional y estructural; las personas gitanas tienen muchas dificultades para participar. Así, quizás debe ser la propia administración la que abra la puerta y dé facilidades para incluir. Hay entidades religiosas que intentan participar, a pesar de no estar entre sus objetivos, pero si desde fuera se abren estas puertas y se construyen estos puentes, pueden ayudar a esta inclusión. Sería una vía muy potente para mejorar el éxito de los canales, actividades y proyectos que van dirigidos a la comunidad.

(*) Denominación del cristianismo protestante surgida a inicios del siglo XX, y que se caracteriza por basarse en la plenitud del espíritu y poner énfasis en los dones del Espíritu Santo, especialmente la glosolalia (vocalización fluida de sílabas parecidas al habla, conocida como el don de lenguas en el ámbito religioso). Aunque cada iglesia evangélica pentecostal es diferente, todas ellas suelen ser celebrativas, participativas y musicales.